lunes, 8 de febrero de 2010

La Nueva York, una empresa familiar

EL NEGOCIO DEL CAMBIO

Amalio Erranz tenía el bichito de los negocios en la sangre. Recién llegado de España, poco duró de empleado de su hermana y, en cuanto pudo, probó suerte con una carnicería. Cambió la carne por el transporte al comprar su primera carreta. En ese tiempo se llamaban golondrinas, y la que eligió tenia La New York pintado en un costado. A Amalio le gustó tanto que decidió mantener el nombre, y de paso. poner una empresa de mudanzas.

Por la década del 30 llegaron los primeros camiones a la flota, pero hasta finales de los 60, los animales eran los preferidos de los clientes. "La gente pensaba que en los camiones las cosas se iban a romper", recuerda Leonor Rojas, nuera del fundador. Por esos años, Amalio se había retirado y la empresa estaba en manos de sus hijos, Nicasio y Amalio.
 
Ahora, tienen nueve camiones y cuatro camionetas, crn su típico color verde loro. Sus actuales dueños, la nuera, dos hijos y dos bisnietos del fundador, se han preocupado de mantener los colores originales, pero castellanizaron el nombre. Nicasio Erranz, uno de sus dueños, reconoce que ser una empresa familiar ayuda, "Hay empleados cuyos abuelos trabajaron acá. Lo mismo pasa con los clientes, que de niños vieron cómo sus papás se cambiaban con nosotros". Y es fádl acordarse de ellos, porque La Nueva York es un nombre contagioso.

Reportaje Publicado en:
Revista El Sábado del diario El Mercurio.
Nº 446. Sábado 7 de abril de 2007.
Sección: Negocios de Familia.

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